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¿Qué es la adicción?

La adicción es una enfermedad crónica reconocida en el DSM V (Manual Diagnóstico Americano de los Trastornos mentales). La adicción tanto a sustancias tóxicas (cocaína, heroína, hachís, alcohol, nicotina, benzodiacepinas)  como a comportamientos (juego, apuestas, compras, sexo) es  una enfermedad mental, con sus criterios diagnósticos, su curso, y síntomas específicos.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la adicción es una enfermedad cerebral, igual que otros trastornos neurológicos o psiquiátricos reconocidos, como son la enfermedad de Alzheimer o la esquizofrenia. Además, la equipara a otras enfermedades crónicas, como la diabetes, el asma o el cáncer.

 Sus principales síntomas son:

  1. Apetencias y actos incontrolados por el alterador del estado de ánimo.
  2. Pérdida de control sobre su uso
  3. Persistencia en el uso, pese a sus consecuencias adversas y
  4.  Negación del problema.

    El adicto es incapaz de controlar la enfermedad. Por consiguiente no es cierto que podría dejar la droga si realmente lo quisiera. Creer esto es como creer que una persona podría dejar de tener cardiopatía o diabetes si se lo propusiera.

La adicción es una enfermedad crónica de origen psicológico, no se supera únicamente con pastillas.

Para la Asociación Americana de Medicina de la Adicción (ASAM), la adicción es una enfermedad primaria y crónica de recompensa cerebral, motivación, memoria y circuitos relacionados. La adicción afecta a la neurotransmisión dentro de las estructuras de recompensa del cerebro, incluidos el núcleo accumbens, la corteza cingulada anterior, el cerebro anterior basal y la amígdala, alterando las jerarquías motivacionales y las conductas adictivas. Sustancias como la cocaína liberan niveles “anormalmente altos” de dopamina, que dejan un desequilibrio posterior evidente en la secreción de dicho neurotransmisor, el cual no se recupera normalmente hasta después de un año de abstinencia. Al consumir habitualmente una sustancia adictiva nuestro cerebro se acostumbra a ella, lo que produce que se suprima su producción normal de dopamina y demande una dosis de esa sustancia para compensar la pérdida. La escasez o abstinencia de esos niveles de dopamina genera estrés, ansiedad, irritación y dolor, los cuales, solo se mitigan temporalmente mediante el consumo de la droga que demanda el cerebro.

 Al igual que otras enfermedades crónicas, la adicción cursa a menudo con recaídas. Sin el tratamiento adecuado, la enfermedad es progresiva y puede derivar en discapacidad irreversible y/o muerte prematura. Es una enfermedad neurológica y necesita ser tratada por profesionales.

La enfermedad de adicción con frecuencia se presenta junto a otras patologías psiquiátricas (trastornos afectivos, de la personalidad, etc.). En estos casos, es primordial tratar en primer lugar la adicción, es decir, es necesario abandonar el consumo de sustancias psicoactivas y mantener la abstinencia. Solo así, podrá realizarse tanto un diagnóstico preciso como un tratamiento adecuado a dicha patología asociada.

Que una persona desarrolle la enfermedad de adicción depende de que tenga una predisposición neurológica que le hace vulnerable a ciertas sustancias y, al entrar en contacto con ellas, desarrolle un trastorno por dependencia.

El adicto es una persona que bebe o consume drogas, tiene problemas por ello en el trabajo o en casa, es frecuencia el “Síndrome del hijo pródigo”, personas entre 35- 45 años que se independizaron , que desarrollaron una adicción, tuvieron problemas con la pareja y los hijos y han vuelto a casa de sus padres. Y a pesar de dichos problemas, continúan con el consumo. En la mayoría de los casos el paciente adicto no dispone ni de la iniciativa, ni de los recursos necesarios para salir de la adicción  aunque se den  los daños familiares, sociales, legales y sociales.

Uno de los síntomas que aquejan al paciente adicto es la dificultad de responsabilizarse de él mismo, tanto de lo que siente y piensa como de lo que hace. Al mismo tiempo, como complemento de este síntoma, el familiar del adicto adquiere esas responsabilidades, por lo que se forma una dependencia familiar-adicto que es uno de los retos más difíciles de superar en las terapias de adicciones.

Cuando la persona adicta acude a buscar ayuda, la mayoría de las veces no lo hace de forma voluntaria, sino forzada  por personas de su entorno más cercano. Normalmente se necesita un empujón para ponerse en tratamiento, ya que solo cuando el adicto está en recuperación admite tener un problema con las drogas.

Recuerdo cuando trabajaba en Proyecto Hombre, como el sistema judicial en su día,  hacía un gran favor a las personas con drogodependencias con medidas judiciales. Les daba la opción de ponerse en tratamiento psicológico de la adicción, a cambio de reducirle algo la pena. De esta manera, la persona adicta firmaba mantenerse en tratamiento por un tiempo mínimo 6 meses. Tras las primeras semanas desintoxicación,  podíamos empezar a trabajar con la persona en cuestión. A partir de esas primeras semanas sin la sustancia, empezaban a caer las defensas de ego, y aunque había que atravesar la ambivalencia de los primeros estadios de cambio, la persona con adicción se  daba por vencido, mostrándose cada vez más vulnerable, aceptando que era impotente frente a la adicción. No se puede resolver un problema si uno no es consciente de que ese problema existe.  Para llegar  a este punto, es muy importante la labor de sensibilización sobre el problema y motivación hacia el tratamiento que se hace en los centros de adicciones.

 Lo más difícil es el primer paso de tratamiento, que  es vencer la  negación y admitir de que  la droga o actividad en cuestión constituya un problema que no pueda controlar, y que los efectos nefastos en sus vidas tienen relación con el uso de la droga. Por esta razón si nos dan un empujón para llegar a la desintoxicación durante dos semanas, la persona con adicción empieza a poder reflexionar, compartiendo el ambiente con otros muchos que están en su situación, lo que poco a poco va a suponer una red de apoyo, del cual carece frecuentemente la persona adicta cuando está en activo.

La mayoría de los adictos, no consumen a diario la droga en cuestión, sino que hacen un abuso esporádico de ella, alternando periodos de consumo diarios con periodos de abstinencia o de consumo controlado. Es importante comprender esto, porque partiendo del criterio erróneo, de que sino consumo a diario no soy adicto, muchas personas adictas suelen persuadir y convencer a otros de que no tienen ningún problema. Si una persona consume una droga todos los días o no, no es un criterio idóneo para determinar su posible adicción. Tampoco lo es la cantidad empleada (de inhalaciones, gastos, tragos, apuestas).

Por tanto, no es tanto la cantidad ni la frecuencia lo que cuenta sino cómo le afecta  la droga a uno, atendiendo tanto  en el mismo momento como en lo que se refiere al efecto global de la droga que tiene en su vida.  Básicamente, incurrir en el uso de una droga o en una actividad constituye una adicción si está causando problemas en su propia vida, pero se sigue haciendo a pesar de esto.  Algunas personas han perdido el carnet de conducir por conducir ebrias,  han perdido el apoyo de sus familias, y  aun así siguen bebiendo.

Se puede salir de la adicción, si la persona tiene la suerte de que su entorno conoce como se trata a un adicto en activo y le empuje a que realice un tratamiento llevado a cabo por expertos en adicciones.

 

Fuentes bibliográficas

  • Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-IV-TR: Masson. AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION (APA). Barcelona, 1997.
  • Trastornos Mentales y del Comportamiento. Décima Revisión de la Clasificación Internacional de las Enfermedades. CIE-10. Descripciones Clínicas y pautas para el diagnóstico. Organización Mundial de la Salud O.M.S.: Ginebra, 1992.
  • Washton A. “Querer no es poder. Cómo comprender y superar las adicciones” Barcelona, 2007.